miércoles, 24 de febrero de 2010

Reanálisis: Braid (IV)

Diario (I):
Hoy ha sido un día extraño. No sabría como describirlo. Me levanté por la mañana y sólo tenía ganas de salir de casa, de ir al instituto, a consolidar los avances. Se acercaba la estación cálida y las flores no tardarían en llegar. Uno debe prepararse para eso. Pero qué te voy a contar que no sepas ya...
El caso es que hoy, aparentemente he hecho lo que todos los días. En el instituto, lo de siempre. Me empieza a dar asco. Los hijos saben que no se tendrán que preocupar porque tendrán de que vivir el día de mañana, su padre les podrá colocar en algún puesto dónde harán lo que hasta ahora, pero cobrando. Pero allí serán "asesores del gabinete de dirección" en vez del "matón de la clase".
A todos ellos les da igual todo. Van a la escuela porque allí se divierten con sus amigos ridiculizando a un tercero. Si te pillan te joroban hasta que no te queda nada, porque contra ellos no se puede hacer nada.
El caso es que un de esos niños mimados se ha metido con ella. Resulta que no tener un plan de inversión desde los 12 años es motivo suficiente. Bueno, realmente no me enteré bien de lo que iba la cosa, pero siempre son cosas así. Ella, que en un instante vió como sus amigas la abandonaron por miedo, no pudo más que echarse a llorar.
Ocasión perfecta para aparecer delante de ella. El rol de "consolador" se paga caro con los matones, pero facilita mucho los accesos. El diálogo fue así:
-¿Qué ha pasado?
-... déjame en paz...
-Oye, (borrón), que sólo estoy aquí pa...
-¡Déjame en paz! (sollozo) ¿Para que vienes aquí, eh? ¿Para reirte de mí?
-... no. Te iba a preguntar que tal estás pero... mejor vuelvo en un rato.
Aquí me la jugué. No creí que me fuese a dejar así. No la creí capaz de hacer como si en los últimos meses no hubiese existido. Como si no me conociera, como si no supiera que estaba de su lado.
-... (sollozo) sí, será mejor que te vayas.
Esto me descolocó. Sin ningún problema, ella se olvidó de que la había ayudado siempre que tuvo un problema. Le ofrecí mi ayuda y la despreció. Con cara de idiota, me fui andando lentamente como si ella fuese a pedirme perdón en el último instante, pero al quedarme parado ella me soltó un "¿A que esperas? Vete". Que la den por culo.
Con todo este odio estaba yo en el autobús cuando recibí un mensaje de ella. Abusando de emoticones, me dijo que estaba muy arrepentida de lo que me dijo y que quedáramos en el parque del planetario para aclararlo.
No cabía de felicidad en ese momento. Ayer, si me decías que tendría una cita con ella, no te creía. Según mi plan, hasta primavera no habría ni una sola posibilidad.
Sé que no debo emocionarme, que la cosa no es romántica, que... que me da igual. ¡Por fin tengo una cita con ella!

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